Sus ojos, mi cuerpo

Mis pisadas se fragmentan según avanzo hacia la otra puerta. Miro arriba: mi cama es parte de la casa tomada por fantasmas de tantos muertos que rodearon mi vida. Aquí, en el abismo, vivo en la piel y sexo de mi insomnio. Me alimento de sus fluidos y él de mi cuerpo, ambos bebemos nuestra sangre y nuestro amor. La luz de un arcoíris se refleja en el espejo, pero todo está oscuro. De vez en cuando los colores se escapan del espejo y caen como escarcha sobre mí. Son esas migajas que escupen las sombras que me empujan, otras acarician caprichosamente cada palmo de mi cuerpo, otras entran por mi sexo y salen por mis manos.  Sigo mi camino. El eco de mi insomnio cada vez más cercano, me indica por cual pasillo debo dirigirme. Es largo el abismo cuando no hay certezas.  Abro la puerta y mi insomnio está devorando a otra mujer. Le come el sexo, los pechos, las manos. Llego y le toco la espalda, me mira con la boca ensangrentada y me extiende la mano. Trato de observar de reojo. ¿Seré yo misma esa mujer mutilada? Lo abrazo, mientras siento cómo termino de fragmentarme dentro de él. Soy sus ojos y él mi cuerpo.

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