
Secretos de la escritura
Charles Bukowski
“Mi teoría es la de no rendirse; no dejaré de escribir aunque me rechacen toda la vida”. Todas estas frases fueron tomadas de La enfermedad de escribir (Anagrama), el libro que compila su correspondencia dirigida a editores y escritores como Henry Miller o Hilda Doolittle.
Nacido en 1920 y muerto en 1994, Charles Bukowski fue el último escritor “maldito” de la literatura norteamericana. Escribió a máquina hasta que tuvo que venderla para sobrevivir y entonces escribió a mano hasta que pudo comprarse otra.
Fue autor de novelas como Factótum, Mujeres y Pulp, libros de relatos como Escritos de un viejo indecente y La máquina de follar, poemas, libros autobiográficos, diarios y una cantidad asombrosa de cartas -escribía cartas a diario, durante horas, repletas de errores ortográficos y dibujos a mano alzada, viñetas que incluso llegó a publicar en revistas.
“Soy un tipo peligroso cuando se me deja solo frente a una máquina de escribir”, escribió a uno de sus editores. Bukowski tuvo muchos trabajos y changas -en mataderos, fábricas, de lavaplatos, como recolector de algodón y de tomates, como camionero, repositor, entre muchas otras cosas- y también apostó a los caballos y recibió ayuda social para sobrevivir. Durante una década dejó de escribir porque estaba “demasiado borracho”, pero después de recuperarse parcialmente retomó el oficio que más respetó en su vida y acerca del cual reflexionó en varias oportunidades.
Aquí compartimos algunas de esas líneas. Todas estas frases fueron tomadas de La enfermedad de escribir (Anagrama), el libro que compila su correspondencia dirigida a personas como Henry Miller o Hilda Doolittle. La selección de cartas inéditas y también su traducción es trabajo de Abel Debritto. “Es difícil no sentir respeto por su inquebrantable devoción hacia su arte”, se lee en la contratapa.
1. “Una vez escrita, no suelo leer mi obra. Es como aferrarse a un puñado de flores marchitas”.
2. “Escribir es un juego de lo más divertido. Cuando te rechazan, escribes mejor; cuando te aceptan, sigues escribiendo”.
3. “Deletrear bien me aburre…, creo que las palabras son más bonitas y poderosas cuando se escriben mal”. “El santuario de las normas no significa nada para el creador verdadero. (…) Concentrarse en la forma y la lógica, las normas establecidas, es una imbecilidad en medio de la locura”.
4. “No me interesa tanto la fama como la sensación de que no estoy loco y de que las cosas que digo se entienden”.